Al estar cerca de él, su olor me envolvió y me atacó un irresistible impulso, como si una fuerza física me arrastrara hacia él, me puse de puntillas para salvar la altura que me sacaba y le besé.
Al principio se quedó allí, parado, con el ceño fruncido, como impresionado por mi reacción.Pero luego me agarro y me puso contra la pared y comenzó a besarme de una forma como estudiada previamente, pero aun así suave y perfecto.
Un escalofrío recorió mi espina dorsal e hizo que se me pusiese la piel de gallina, aferré su nuca para pegarlo más a mí; si eso era posible, y hundí los dedos en su pelo negro, tenia una sensación de frenesí que me hacia necesitar cada vez más y más de él, creí que me arderían los labios.
De pronto dejó de besarme y me miró fijamente con aquellos preciosos ojos color hierva; reflejaban algo más que 19 años de vida; eran sabios seguros en sí mismo y expertos, pero también sufridos como si pasasen por mucho dolor.
Sin dejar de aguantarme la mirada me beso otra vez, intensamente como si quisiese que nuestros labios se pegaran y no separarnos nunca.Mi mano actuó con vida propia deslizándose por su espalda, debajo de la camiseta; me tumbó en la cama de forma suave pero violenta a la vez, le mire otra vez de forma penetrante; me encantaba aguantarle la mirada.Nuestro contacto visual se cortó cuando comenzó a besarme el cuello poco a poco, despacio y rápido a un tiempo.
-No deberías haberte puesto esto hoy-Me dijo entre beso y beso mientras subía a mis labios de nuevo
-Por qué?-No comprendí
-Alguien podría quitártelo- me susurró con una voz tremendamente sensual al oído.
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